El uruguayo llegó a Rusia con sus documentos en orden, el traductor de Google amartillado y con todos los trámites claros. Cumplió con cada uno al pie de la letra. Entendía poco lo que le decían, pero no dejó nada librado al azar y así, con calma, fueron pasando sus días en el Mundial.
O al menos así lo pensó.
De Nizhny a Ekaterimburgo, ida y vuelta, luego a Rostov y ahora en Samara. Él seguía a Uruguay y pasaba por aeropuertos y hoteles de Rusia, sin saber que algo faltaba: su registro.
Es que cada extranjero que se aloja en una ciudad de Rusia debe registrarse. Así lo exigen las autoridades, y el trámite, que es muy sencillo, se realiza en conjunto con la persona que brinda el alojamiento. Uno llega, entrega una copia de sus documentos, y él se encarga. O, al menos, debería hacerlo.
El uruguayo cumplió con su parte en cada ciudad, pero este sábado, en Samara, llegó a su habitación y encontró un sorpresivo mensaje: usted debe presentarse en la comisaría.
Si una citación policial mete miedo en español y en Montevideo, ¡imaginen en ruso y en Samara!
En fin. Allá partió el uruguayo, documentos en mano, traductor de Google pronto y un amigo acompañando, por si el partido se complicaba.
Casi no le hablaron. Lo miraron, tomaron sus papeles y tras unos minutos de incertidumbre, todo se aclaró. Uno de los hoteleros que lo recibió no lo había registrado y la Policía rusa quería saber por qué hacía 10 días que estaba en la calle. Corrigieron la falta y "vaya tranquilo", le dijeron, o algo similar, en ruso.
Final feliz, partido complicado, pero como en la cancha terminó con victoria celeste.
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